Como llevamos tanto tiempo sin que nos dé el sol, debemos tener mucho cuidado a la hora de exponernos y de tomar las precauciones que sean necesarias para que no nos haga daño.
Nuestra piel nos ayuda a defendernos ante cualquier clase de agente externo, solo contamos con una, así que debemos de cuidarla. Asimismo, debes tener en cuenta que la piel tiene memoria y aunque no nos notemos ninguna consecuencia ahora mismo, seguramente te aparecerán más adelante.
Debes saber que existen dos clases de radiaciones ultravioleta que llegan hasta nuestra piel: las UVB (tienen más energía y son las que provocan el enrojecimiento y el bronceado) y las radiaciones UVA (tienen menos energía, pero penetran más en la piel). Normalmente, los protectores solares nos protegen de ambos tipos.
Debes tener claro que el FPS (Factor de Protección Solar, también puedes encontrarlo en inglés SPF), no señala el tiempo que podemos exponernos al sol sin ponernos crema otra vez. Sino que nos avisa del número de veces que el fotoprotector incrementa la capacidad de defensa natural de la piel frente al enrojecimiento. Para que lo entendáis mejor, si, por ejemplo, usamos una crema con factor 30, esto quiere decir que si habitualmente nos quemamos a los 20 minutos, con este protector habría que multiplicar ese dato por 30. Asimismo, es muy importante elegir una crema solar que se adapte a nuestro tipo de piel y a nuestras necesidades.
Por otro lado, a la hora de comprarla, no importa si es en la farmacia o en el supermercado, siempre y cuando sepamos el tipo de protector que es adecuado para nuestra piel.
Además, debemos tener presente que nuestra zona facial está siempre expuesta al sol. Habitualmente, precisaremos un factor más elevado en la cara que en el resto del cuerpo, siendo importante observar nuestra piel para poder usar la crema que mejor nos vaya.
A la hora de echarnos la crema, lo ideal es ponernos la protección cada dos horas durante la exposición. Las cremas pediátricas están hechas para durar más tiempo en la piel de los niños. Es necesario tener en cuenta la clase de protector que vamos utilizar: en crema, en aceite, en spray… ya que, por ejemplo, el spray protege menos, por lo que tendremos que echárnoslo más veces.
Por otro lado, los botes de crema no tenemos por qué tirarlos de un año para otro, todo dependerá de como lo hayas expuesto. Si al abrirlo, vemos que el color es uniforme y que no hay grumos ni distinción de fases (más líquido por un lado que por otro), podremos usarlo.
Aunque actualmente las cremas son resistentes al agua, es bueno echárnosla otra vez después de un baño prolongado.
Después de haber estado tomando el sol, nuestra piel necesita que se hidrate. Cualquier crema hidratante para el cuerpo se puede utilizar, pero el AFTERSUN, además de hidratar, posee un complejo de vitamina B que contribuye a que el tono de color que hemos cogido, tarde más en quitarse. Además de tener sustancias calmantes y antiinflamatorias.